Te conocí en un bazar

entre cuadros, y revistas, camisetas, discos y jeans

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lunes, febrero 12, 2007

Tego en hombros


Ayer tuve la suerte de pasar la tarde en la calle Miró Quesada (Callao, a pocas cuadras del mercado) para presenciar la visita de Tego Calderón a su barrio engreído de Lima.
Rodeados de las imágenes de Tupac, el abayarde, el incomprendido y la reina del azúcar (cortesía del Callao Cartel, quienes también están inmortalizados en las paredes y quienes gestionaron la visita del esperadísimo), los vecinos formaron una turba poderosa, que bien armada de filmadoras, cámaras y celulares, imponía respeto como una auténtica barra brava del sabor.
Algo abrumada por ser probablemente la más ñoña de las fans en ese momento, traté de abrirme paso entre las espaldas tatuadas, los niños con mulletts envidiables y las gordas ñoritas cabello color cucaracha para conseguir estas imágenes exclusivas.
Un polo del boys se le prestó para que lo agitara cuando lo subieran en hombros, y así lo hizo, sonriente y pequeño (especial encanto tienen los ídolos enanos), sin quitarse jamás los lentes de sol. Después regresó a la camioneta, que dió tres vueltas a al manzana tratando de despistar a la multitud que lo seguía corriendo. Sayonaras, chancletas y zapatillas de marca golpeaban el piso persiguiéndolo a toda velocidad, pero Tego no volvió a bajar y el escándalo impidió que se diera una vuelta por la casa cuartel de los Callao Cartel como se había acordado.
Adentro, se sentía la tensión de los decepcionados hip hoperos, que repartían brazaletes para el backstage entre sus amigos y discutían en voz alta mientras engullían el pollo a la brasa que doña Ana María repartía a los presentes. Los chalacos despreciaban la ensalada y la seño se los reprochaba, mientras repetía que "a quien no come, no se le vuelve a invitar". Así que me tragué mi vegetarianismo bamba para no quedar mal con la anfitriona, a pesar de que ya había almorzado. Pensándolo mil veces, pregunté finalmente si podía dejar un poco y el no no sólo fue rotundo, si no que vino acompañado de un "a los hombres no les gustan flacuchas", que me puso bien en mi sitio, y otra vez, a terminar calladita.
Privilegiada, escuché una improvisación entre Pedromo y la Ticha (?), llegada desde Chile para representar en el concierto, y conocí las artes de un muchacho que se pasó la madrugada entera haciendo este muñeco de Tego para regalarle.
Esa tarde le ganó a la noche, donde el orden de los factores alteraba el resultado y la maestría en visita de médico del enemy de los guasibiri, contrastaba con el espectáculo cuasi evangelizador de Tito el Bambino, que, sazonado por las banderas peruanas proyectadas en las pantallas gigigantes que alternaban con las palabras "Natural Flow" vibrando a toda velocidad fueron capaces de robarle las energías hasta a Jeni, suceso nunca antes visto y que queda incluso como tip para sus archi enemigos si es que alguna vez los tiene.
Al parecer, Tito el Bambino es capaz de anular hasta a la más poderosa de nuestras heroínas y de desmotivar a Alan, que está convencido que el cara de bebe de ascendencia hindú es otro más de los súbditos de Chibolín en su misión por acabar de lavarnos el cerebro mientras nos hace convulsionar cual niños japoneses sobre expuestos a Pikachú.
Los rompe discotecas tampoco fueron suficientes para recuperarnos de la estafa y los cuerpos ya no quisieron menearse con desenfreno como había estado previsto. Pum pums decepcionados nos retiramos en busca de otros bailes, pero el mal estaba hecho y la bambina semilla del mal tenía efecto de larga duración.
Me quedo finalmente, con la expresión de esta baby chalaca, que aún no se decide a cambiar el vestido con bobos por Ok Radio y frunce el ceño mientras la entusiasta mamá le toma una foto con el celular junto al mural del querido boricua, que ahora, nos debe dos.
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domingo, febrero 04, 2007

La segunda raspadilla del verano

La tomé hoy en la playa Cascadas. Esta fue la primera, hace un par de semanas en el centro:

Hoy me he sorprendido porque en wikipedia lo único que slae al poner a buscar "raspadilla" es "Nubeluz". Luego de entristecerme recordando a Mónica y las emisiones de programas antiguos post suicidio que confundían a niños y madres, encontré la relación dentro del diccionario glúfico:

Ruckie: Alimento de Glufo similar a una raspadilla, era una pelota de hielo triturado bañada en jarabes de diferentes sabores, dicha pelota de hielo era servida sobre la superficie de un cono de Nubeluz.

Y un fragmento de una conversación de hoy:

ritmo de la noche dice:
oye, pero entonces te debo una cerveza
ritmo de la noche dice:
o una cremolada
ritmo de la noche dice:
o una raspadilla
FUCK CACERES dice:
no me hables de raspadillas
ritmo de la noche dice:
o un ceviche en el mercado del callao
FUCK CACERES dice:
ayer fue el dia de las raspadillas
ritmo de la noche dice:
queeeeeeeeee???????????????
ritmo de la noche dice:
son lo mejor!!
FUCK CACERES dice:
son lo peor
FUCK CACERES dice:
jaja
FUCK CACERES dice:
fue el dia de las raspadillas y no pobre ni una
FUCK CACERES dice:
no se q les tengo
ritmo de la noche dice:
queeeeeeeeee???????????????
FUCK CACERES dice:
q ni me animo a probarlas
FUCK CACERES dice:
se parecen alos niños
FUCK CACERES dice:
osea no se parecen en nada , pero a ambos no los paso
ritmo de la noche dice:
LAS RASPADILLAS SON TODO!
FUCK CACERES dice:
jaja
FUCK CACERES dice:
estos dias han sido feos
ritmo de la noche dice:
oh!
ritmo de la noche dice:
que pena
FUCK CACERES dice:
tu qtalk
ritmo de la noche dice:
contenta creo...los dias se pasan volando!
ritmo de la noche dice:
y me encante el verano
FUCK CACERES dice:
sio es bonito
FUCK CACERES dice:
este es el primer verano en q uso shorts descaradamente
ritmo de la noche dice:
jajaj

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viernes, febrero 02, 2007

El sobre abierto de Alfredo Marquez

Alfredo Marquez presentó su portafolio de trabajo plástico en La Culpable (Barranco). Su conocida trayectoria, al menos para las personas relacionadas con el circuito de arte local limeño desanimó a algunos conocidos míos de asistir. Pensaban que no habrían sorpresas, lo cual puede tener que ver con un pensamiento a veces generalizado acerca del llamado "arte político".
Pero ayer había que estar ahí.
Había que ver el comienzo de su carrera, juntando cañas, piedras, maderas y armando perecibles instalaciones al rededor de la Facultad de Arauitectura de la Universidad Ricardo Palma en fotos tomadas sin la conciencia de la importancia del registro de la "obra", junto a amigos entusiastas que hacían lo que hacían por las ganas rebosantes de aprovechar los abundantes materiales de deshecho. La basura que la institucionalidad universitaria descartaba, los restos del orden reacomodados en los espacios que aún no estaban totalmente bajo el control de las autoridades. Lo que ejemplificaba lo que seguiría haciendo posteriormente a lo largo de los años, siempre en equipo y con atención a los puntos flacos de los mandamases.
Recordando cada cierto rato lo (lamentablemente no tan) inverosímil de estar bajo el gobierno de Alan García otra vez, Alfredo nos hacía confrontarnos con imágenes de los jóvenes subtes limeños en los 80`s y su relación con algunos artistas, que improvisaban para ellos escenarios con materiales reciclados. Como él decía, nada estable, ni aparatoso, sin ningún logo de gaseosa impreso. De una época en que, viéndolo desde ahora, parecía que ni los íconos ni las palabras habían sido tan usadas y cada quien se sentía libre de hacerlo, sin pensar en la posible ingenuidad o carga de pretensión de su uso.
Mientras recordaba mis primeros conciertos punk, alrededor de 1995, cuando Alfredo ya había tomado algunas decisiones ideológicas y estéticas más precisas, alejándose un poco del anarquismo e ímpetu irreflexivo inicial, me preguntaba qué pensaría él de esos conciertos y de los otros tantos que he podido ver en los últimos 12 años, con nuevos y no tan nuevos actores y entusiasmos distintos.
Sobre todo me hacía preguntarme desde cuando (qué edad, qué año, qué época) se perdió el derecho a ser ingenuos, o tomamos distancia de la inocencia (o al menos pretendemos hacerlo, acción que en sí conserva bastante de inocente). Pensaba en mis amigos al rededor y lo diferentes que son nuestras ganas de hacer cosas en relación a aquellas. En cómo manejamos nuestras ganas de abrir espacios, de cambiar formas de vestir o bailar porque parece más cercano que cambiar formas de votar y al mismo tiempo pensaba en nuestra racionalidad: preguntándome en qué momento se hizo grande la autoconciencia de la posibilidad comunicadora de cada pequeña acción, gesto, palabra, en cuánto nos frena ese análisis constante y en lo que también tiene de bueno. En lo triste de sentir desconfianza de expresiones sencillas y en lo complejo de la necesidad de encontrar unas propias (¿Cómo decir ahora "prohibido prohibir"?)
En la responsabilidad que nos da lo que sabemos, lo que hemos aprendido y que nos distancia de nuestros coetáneos que parecen eximidos de este pensar dos veces antes de hacer, entregados sin culpa ni miedo a la música y ropa de moda, a la fascinación del espectáculo, a cierta inconciencia en el consumo.
La experiencia de estar ahí era intensa además por la constante confrontación que buscaba Herbert Rodriguez con sus preguntas: reabrir heridas acerca de las posible filiación terrorista de un amigo de Alfredo o simplemente recordar la imposibilidad de tener claro de qué bando se estaba y pensaba en mis papás, jóvenes izquierdistas de los 70s y en los modos en que cada uno asume el cerrar esas heridas o el dejarlas latentes, como una agonía pequeñita, incurable pero a la vez motivadora. Herbert hacía incapié en la incapacidad de los presentes de imaginar lo vivido entonces por nuestra situación privilegiada como expectadores de esa exposición, es decir, como productores y consumidores del arte local: "élite cultural" y por momentos se hacían (inútiles a mi parecer) reclamos sobre la falta de poder representacional del arte "oficial" a las causas colectivas, que Alfredo contestaba sinceramente, dejando la pelota en la cancha de cada uno, en nuestro compromiso particular con el contexto y la necesidad de una búsqueda honesta de traducción de ideas en acción de acuerdo a cada interés o capacidad personal.
Me mantuve casi aguantando la respiración en varios momentos y no hablé cuando Rai nos sugirió a los más jóvenes que comentáramos lo que nos tocaba de lo visto porque tenía demasiadas ideas y sensaciones encontradas. Agradecí la revisión de las imágenes tomadas por Marquez de la prensa local para buscar dignificar una y otra vez a los afectados por la violencia política por recordarme el potencial dentro de cada foto, de cada periódico y otra vez el temor a la sensaciónde no poder usar algo por su supuesto abuso mediático, pero que en realidad confronta nuestra flojera o comodidad de pensar que no vale que sea usado pues "ya todo se ha vuelto panfleto."
Al final, lo que más me emocionó fue escuchar a Alfredo hablar del amor como motor principal de su trabajo (viéndolo como la causa principal para buscar la dignificación de alguien o algo), palabra poco mencionada en situaciones que involucren al "arte político".
Eso sí era inédito... Y pensar que salió como respuesta a una pregunta que me pareció absurda cuando la escuché, lo que era más coherente aún porque a lo largo de la noche vimos inteligentes resultados del reuso a lo dado por inservible por otros, a lo invisibilizado o considerado sobra.
Después de aquellas tres horas y media parecía casi absurdo salir a beber cervezas, pero al mismo tiempo necesitaba mucho estar con mis amigos...y la noche recién empezaba.
 
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